El Aneto con los 3.404m, la cima más deseada por los amantes de la alta montaña por ser el punto más alto del Pirineo, un recorrido muy variado que progresa por diferentes tipos de terreno, pedreras, trepadas, glaciar... la ascensión, llena de contrastes, de las que existen dos rutas principales para llegar a la cima: la vía clásica por La Renclusa, que atraviesa el portillón superior y el glaciar del Aneto y la ruta por la vertiente sur, que asciende por los Ibones de Coronas, uniendo en la parte más alta de la montaña a la vía clásica.
Cuenta la leyenda que al apagarse las últimas llamas del inmenso incendio que mató a Pirene las nieves cubrieron todo. Con el deshielo de las nieves, la vida empezó a volver al bosque, las personas empezaron a construir pueblos y los gigantes, atraídos por la belleza de estas montañas, también las tomaron como su morada. No obstante, como los gigantes eran temidos y despreciados por los dioses, vivían escondidos en lo más profundo del valle. Uno de esos gigantes, con fama de malo y de mal carácter, se llamaba Netú y vivía perdido en las montañas junto a sus ovejas.
Un día apareció un mendigo en el Valle de Benasque que se ganó rápidamente el afecto de la gente del lugar, pues contaba historias a pequeños y mayores. Inquieto y con ganas de ver mundo, pasados unos meses, decidió continuar su camino.
Las gentes del valle le advirtieron sobre Netú, pero el mendigo siguió su marcha y se adentró en el valle. Tras varios días de viaje, el agua y la comida se agotaron, pero por suerte vió un rebaño a lo lejos al que se acercó.
De repente, apareció el gigante Netú, pues eran sus ovejas. En vez de huir, el mendigo le pidió ayuda pero el gigante, fiel a su mal genio y avaricia, se la negó, no quiso darle agua ni comida. «Suerte que te dejo marchar vivo», le dijo.
El mendigo, sorprendido por tanta codicia, le contestó con calma: «tu corazón es duro como la roca, ojalá todo tú se convierta en piedra» y en ese mismo instante, Netú observó como su cuerpo se petrificaba quedando convertido, en pocos segundos, en una gran roca. Y lo que hoy conocemos como la cima del Aneto es en realidad, Netú convertido en piedra.