Limitado por el Pirineo y con el río Ésera como eje vertebrador, el Valle de Benasque es una cápsula del tiempo que revela siglos de historia y tradición pirenaica. El Parque Cultural Vall de Benàs, en el corazón de Ribagorza, es un tesoro compuesto por los municipios de Benasque/Benàs, Bisaurri/Bisagorri, Castejón de Sos/Castilló de Sos, Chía, Laspaúles/Laspaúls, Sahún/Saúnc, Seira, Sesué y Villanova/Vilanova. Entre sus mayores orgullos se cuentan las Fallas del Solsticio de Verano, reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y el patués o benasqués, una lengua que refleja la identidad única de la región.
El Parque Cultural Vall de Benàs es una auténtica joya aragonesa que combina naturaleza y patrimonio
En el siglo XI, de la lejana región de Lombardía, un grupo de maestros de obra se sintieron atraídos por la llamada de los señores del Condado de Ribagorza y el Obispo de Roda de Isábena. La misión era simple, pero ambiciosa: levantar nuevos monasterios y adornar sus dominios con pequeñas iglesias. Este particular estilo de construcción fue continuado en el siglo XII por los modestos canteros locales. El fruto de su trabajo puede contemplarse aún en los muros exteriores de varias iglesias, ermitas y monasterios del Valle de Benasque, donde se pueden identificar las icónicas pilastras y frisos de arquillos, rasgos típicos de este estilo sobrio y elegante: el románico lombardo.
Cada pequeño valle del Valle de Benasque, cada visita y cada paisaje, han sido modelados por el trabajo incansable de pastores y rebaños a lo largo de los siglos. Esas ovejas, vacas y cabras han dejado su huella: desde la vegetación hasta el relieve de las montañas, incluso trazando senderos para su paso. Las casas de piedra dispersas, llamadas mallatas y bordas, son un tributo a la ganadería y fueron construidas con la técnica ancestral de la piedra seca.
El Valle de Benasque es una joya escondida en la frontera, cuya historia está marcada por la relación con los valles franceses y la llamada Tierra Llana, es decir, el Valle del Ebro. ¿El testimonio más impresionante de esta larga amistad? Sin duda, los vestigios que quedan en los Llanos del Hospital de los antiguos hospitales, donde se ofrecía asistencia (hospitalitas) a los valientes viajeros que se enfrentaban a este puerto de montaña. Pero, ¡hay más!
Nuestro Parque Cultural es una red de caminos antiguos convertidos en senderos turísticos que puedes explorar hoy en día. Estos caminos, como el Camino Real, las rutas de pastoreo y los caminos de trashumancia, son parte de nuestro legado viviente.
Todas las civilizaciones han entendido la importancia del agua para poder asegurar la supervivencia. En el Valle de Benasque cada rincón cuenta una historia de cómo la usaban nuestros antepasados: desde fuentes y lavaderos hasta molinos y acequias; sin olvidar los basals, los pozos tradicionales.Pero el agua no solo nos conecta con el pasado, desde principios del siglo XX se han aprovechado sus corrientes para generar electricidad, transformando el paisaje. Puedes verlo en lugares como la Colonia de Seira o en los embalses de Linsoles y Paso Nuevo, situados al inicio del río Ésera. En este valle, el agua cuenta historias del pasado y del presente.
El rico patrimonio cultural del Parque Cultural Vall de Benàs nos ofrece una mirada al pasado y al presente de la región. Las tradiciones, fiestas, recetas, juegos, oficios y bailes se transmiten de generación en generación y hacen de este lugar un tesoro cultural único. Aún se habla el patués o benasqués, la lengua local y las Fiestas del Fuego, llamadas “Falles”, celebradas en Laspaúles, Suils, Villarué y Sahún durante el solsticio de verano, fueron reconocidas por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2015. Aquí, cada paso te sumerge en una cultura vibrante y viva.
Desde las casas solariegas más espléndidas hasta las construcciones agrícolas más sencillas, como son las bordas o los pajares, las técnicas y los materiales usados durante siglos en la arquitectura tradicional de este territorio han sabido adaptarse al riguroso clima y las formas de vida propias de un valle pirenaico. A lo largo del Parque Cultural, las generaciones pasadas han dejado huella conservando edificaciones impresionantes. En cada localidad puedes maravillarte con portadas bellamente decoradas, robustos muros de piedra y hasta casas torreadas que datan del siglo XVI. Un viaje al pasado en cada esquina.
En el paisaje urbano de cada una de las localidades del Parque Cultural siempre destacan las torres de sus iglesias. La mayoría son auténticas maravillas de los siglos XVI y XVII, nacidas de la renovación de antiguos templos medievales. Pero más allá de las calles, en el corazón de la naturaleza, se alzan tranquilas ermitas y capillas. Ellas son el centro de antiguas romerías y tradiciones como es la de proteger los caminos de peligros. Y aunque no puedan verse castillos por aquí, la historia cuenta que hubo uno majestuoso en Benasque, desaparecido tras las batallas de la Guerra de Sucesión.